La crisis del COVID-19 ha conseguido que se den 3 situaciones para las que no existen precedentes en las últimas décadas:
Los problemas de ansiedad están afectando a muchas más personas de lo habitual, y de forma más intensa.
Las personas que están padeciendo trastornos de la ansiedad no pueden acudir a ningún consultorio profesional.
Las personas tampoco acuden en busca de una farmacología provisional en sus centros de atención primaria por miedo al contagio
La consecuencia de esta situación insólita, es que los problemas con la ansiedad se han agudizado considerablemente en la población en general, y dramáticamente en las personas con predisposición genética ansiosa.
En esta situación, la Clínica del Alma pone a su disposición la posibilidad de realizar sesiones tanto de hipnosis, de Constelaciones y todos nuestras terapias a través de sesiones por videoconferencia. Estos son los diferentes ámbitos por los cuales la pandemia del COVID-19 favorece la aparición de problemas de ansiedad entre las personas que viven en los países más afectados por el coronavirus, entre los cuales se encuentra España.
La incertidumbre laboral y económica. No es ningún secreto que el bienestar psicológico y la carencia de trastornos depende mucho de las condiciones de vida materiales de las que se dispone. Resulta más complejo alcanzar la felicidad y tener una apropiada capacidad de gestionar las emociones si nos encontramos en precariedad laboral y con escasez de recursos para vivir.
El coronavirus nos ha obligado no solo a gestionar solo el malestar que nos produce el confinamiento, sino que además debemos gestionar también los pensamientos catastrofistas sobre lo que nos puede ocurrir en la crisis económica posterior a la pandemia. El miedo y las ideas más pesimistas son inevitables al no existir certeza alguna que nos contrarreste su efecto.
El aislamiento. El aislamiento social es otro factor que potencia la aparición de trastornos de la ansiedad. Específicamente favorece el desarrollo de lo que se conoce como cuadros ansioso depresivos. El ser humano es una especie genéticamente social, por lo que pasar mucho tiempo sin poder socializarse con otras personas y sin realizar actividades que nos estimulen, impide que podamos regular apropiadamente nuestras emociones, lo que genera un efecto dominó que nos puede arrastrar a los trastornos explosivos, ataques de pánico, dolores de carácter somático, distimia y anhedonía.
En este ámbito las personas que vivían independientes antes del coronavirus, sin compañeros de piso, pareja o familia, conocidos como «singles«, así como las personas mayores viudas, se ven obligados a pasar horas y horas en soledad absoluta, lo que nos hace dormir de forma irregular, alimentarnos peor, realizar menos actividad física y desatender nuestra apariencia física. Este es caldo de cultivo ideal para la ansiedad que irá escalando progresivamente hacia la depresión.
Problemas de convivencia. En este ámbito, muchas personas se enfrentan a problemas de gestión de conflictos con sus parejas. No es ningún secreto que la actual crisis del COVID-19 generó un alto número de divorcios en China tras el confinamiento. Aquellas personas que ya se encontraban con un cierto problema de convivencia con su pareja, vieron como la ansiedad agudizaba y empeoraba considerablemente esta situación al verse obligados a confinarse juntos.
Sin embargo, el aspecto más dramático corresponde a aquellas personas que ya habían tenido algún problema de violencia de género con su pareja, y no lo habían denunciado. Obligarse a quedar confinada con su agresor es sin duda cuya agresividad se ve muy incrementada por la ansiedad que produce el confinamiento, es una situación terrible.
El duelo. Lidiar con un duelo por la pérdida de un ser querido que no ha podido sobrevivir al COVID-19 con rumiación, es decir, pensamientos perturbadores repetitivos que vienen a nuestra mente una y otra vez respecto a que no ha podido acompañarle en sus últimos momentos, y que tampoco ha podido velarle ni celebrar un sepelio de despedida apropiado en compañía de los seres queridos, es un tarea difícil de afrontar que en muchos casos deriva hacia el duelo patológico que hace necesaria una terapia.
Miedo al contagio. Finalmente, el temor a contagiarse es también una fuente de ansiedad para todos, pero especialmente para aquellas personas que ya padecían una tendencia hacia el trastorno obsesivo compulsivo, quienes se ven invadidos por una rumiación muy invasiva sobre la posibilidad de infectarse y transmitir el virus al resto de su familia ante cualquier distracción, lo que les obliga a lavarse las manos constantemente con productos abrasivos hasta destroza su piel, y desinfecta con un spray cualquier cosa que vaya a tocar aunque lleve guantes, que naturalmente lleva todo el tiempo.
La terapia por videoconferencia para la ansiedad por coronavirus comparativamente a la terapia presencial no supone más que ventajas. Al margen de la obviedad de que no necesitan desplazamiento hasta el consultorio de un profesional, lo que la convierte en 100% seguras ante cualquier contagio, debe tenerse en cuenta que una sesión presencial de la misma terapia es considerablemente más fácil de contagio.
La comparación con la terapia online es más cómoda ya que ninguna de las dos requiere de desplazamiento, y ambas son 100% seguras al contagio. La diferencia estriba, como habrá podido comprobar si ha hecho alguna con anterioridad, es que debe pedir cita para su sesión online, y tener un auricular vía bluetooth ya que el profesional que le atiende debe escuchar perfectamente a la persona en hipnosis y ésta baja bastante el tono de voz durante la sesión, también ha de tener una buena conexión wifi para evitar cortes y congelaciones de imagen y sonido. Por lo demás todo es igual de efectivo.
Para cualquier consulta o duda ponte en contacto con nosotros en La Clínica del Alma y resolveremos cualquier tipo de dudas que tengas.